Recientemente han dado a conocer la noticia de que la Corema de Coquimbo aprobó la construcción de la termoeléctrica en Punta de Choros. ¿De quién es la culpa? ¿Es de quiénes tomaron la decisión? ¿Es del presidente, quién dijo explícitamente que estaba en contra de la construcción de una termoeléctrica en punta de choros, y no ha hecho valer su promesa?
El tema va más allá de una promesa o no del presidente. Esto es tan solo consecuencia de una serie de políticas con cero visión de futuro, característicos de una economía tercemundista que se ahogará en su deseo de no depender energéticamente de otros. Aquí es necesario atacar la causa del problema mayor, no el síntoma. Promover un desarrollo sustentable a nivel país, con una nueva institucionalidad (lamentablemente esta aún no funcionará hasta quizás fin de año), en donde la interacción con la sociedad civil sea parte fundamental de la tramitación de los informes de impacto ambiental, dejar atrás la fiscalización ineficiente (por no decir inexistente), de tener una gestión y protección de áreas naturales acorde a la realidad que vivimos como país intenso en recursos de este tipo. La autorización de la central es la mugre de la uña, dentro de una mano que aún opta por ensuciarse. Es necesario sentar un precedente ahora, que quién quiera que tenga la facultad para hacerlo golpee la mesa, o recibiremos la noticia de otros millonarios proyectos de termoeléctricas que esperan ser aprobados. Ya es tiempo de lavarse las manos, de predicar y practicar un desarrollo sustentable en cuanto a materia energética se refiere.
Sabemos que la matriz energética de Chile no es diversa ni que tampoco da abasto a las demandas del sector individual e industrial, pero ¿! ENERGÍA A CARBON !?
Más limpios están los mineros a 700 metros de profundidad, de cómo vamos a quedar como país en un par de años si seguimos así.